Thursday, December 16, 2010

Yo soy migrante

  
Yo soy migrante, yo he hecho de mis zapatos en la marcha una patria, un destino maravilloso en el que tengo puestas todas mis esperanzas. Yo soy migrante porque un buen día, un bendito día, me lancé a caminar dejando tras de mí paisajes muy amados, rostros, voces, memorias, muertos, y sí, tengo que decirlo sin culpa, también algunas lágrimas.  Yo soy migrante porque el día que nací la vida me trazó en las manos un camino, una señal invisible que nos identifica a todos los que pertenecemos a esta estirpe y que muchos consideran simplemente locura. Yo soy migrante y he tenido privilegios que serán desconocidos para muchos, para la mayoría de los habitantes de este mundo; por ejemplo, he descubierto que los amigos son -muchas veces- más leales y sinceros que nuestra propia familia; que el corazón de los hombres, contrario a lo que dice la prensa vociferante, es un cofre de tesoros; que es cierto aquello que han repetido desde siempre los sabios, aquello de que tras una larga noche siempre habrá de despuntar el día. Yo soy migrante y soy el tronco del que brotan las ramas nuevas: mis hijos, que han nacido en otras tierras y que son los dueños de un futuro que espero para ellos muy radiante, a pesar de que muy probablemente no vaya a verlo con estos ojos mortales. Yo soy migrante porque Dios me ha puesto por corazón un fuego que no se apaga con los vientos de la vida, porque me paro siempre después de las caídas, porque voy por el mundo como por el tiempo, con la certeza de que el camino se hace andando y la alegría sólo tiene un origen: el encuentro con mis hermanos los hombres.   

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